The Bali Times, Indonesia [De la serie del Dalai Lama]
25 de abril 2011
25 de abril 2011
Debido a que el 14º Dalai Lama del Tíbet se prepara para retirarse de la política, “The Bali Times” está publicando una serie de artículos de Su Santidad, con sus pensamientos y enseñanzas. Este es el segundo de un artículo en dos partes.
Debemos tener claro lo que queremos decir por compasión. Muchas formas de sentimiento compasivo se mezclan con el deseo y el apego. Por ejemplo, el amor que los padres sienten por su hijo está a menudo fuertemente asociado con sus propias necesidades emocionales, por lo que no es del todo compasivo. Una vez más, en el matrimonio, el amor entre marido y mujer - sobre todo al principio, cuando cada uno aún no conoce muy bien el verdadero carácter del otro - depende más del apego que del amor verdadero. Nuestro deseo puede ser tan fuerte, que la persona a la que estamos apegados parece ser buena, cuando en realidad él o ella es muy negativo/a. Además, tenemos una tendencia a exagerar las pequeñas cualidades positivas. Así, cuando la actitud de la pareja cambia, el otro se siente a menudo decepcionado y él o ella también cambia de actitud. Esta es una indicación de que el amor ha sido motivado más por una necesidad personal, que por el cuidado genuino de la otra persona.
La verdadera compasión no es sólo una respuesta emocional, sino un firme compromiso fundamentado en la razón. Por lo tanto, una actitud verdaderamente compasiva hacia los demás no cambia incluso si éstos se comportan negativamente.
Por supuesto que el desarrollo de este tipo de compasión no es nada fácil. Para empezar, consideremos los siguientes hechos:
Ya sea que la gente sea hermosa y agradable, o desagradable y perjudicial; en última instancia, son seres humanos, al igual que uno mismo. Así como uno mismo, ellos también quieren la felicidad y no el sufrimiento. Por otra parte, su derecho a superar el sufrimiento y ser felices es igual que el de uno mismo. Ahora, al reconocer que todos los seres son iguales tanto en su deseo de felicidad y en su derecho a obtenerlo, automáticamente sientes empatía y cercanía por ellos. A través de habituar a tu mente a este sentido de altruismo universal, a desarrollar un sentimiento de responsabilidad hacia los demás: el deseo de ayudarlos activamente a superar sus problemas. Tampoco es este deseo selectivo y se aplica por igual a todos. Mientras que ellos son seres humanos que experimentan placer y dolor igual que tú, no hay ninguna base lógica para discriminar entre ellos o para alterar tu preocupación por ellos si se comportan negativamente.
Quisiera enfatizar que está a tu alcance, con paciencia y tiempo, el desarrollar este tipo de compasión. Por supuesto, nuestro egoísmo, nuestro apego característico al sentimiento de ser una persona independiente, auto-existente, trabaja fundamentalmente para inhibir nuestra compasión. De hecho, la verdadera compasión sólo puede experimentarse cuando este tipo de aferramiento propio es eliminado. Pero esto no significa que no podamos comenzar y avanzar ahora.
UN COMIENZO
Debemos empezar por la eliminación de los mayores obstáculos a la compasión: la ira y el odio. Como todos sabemos, estas son emociones muy poderosas y pueden inundar toda nuestra mente. Sin embargo, pueden ser controladas. Sin embargo, si no es así, estas emociones negativas nos invaden - sin ningún esfuerzo adicional de su parte - e impiden nuestra búsqueda de la felicidad de una mente amorosa.
Así que para empezar, es útil investigar si la ira tiene valor o no. A veces, cuando estamos desanimados por una situación difícil, la ira aparenta ser útil, trayendo con ella más energía, confianza y determinación.
Aquí, sin embargo, debemos examinar cuidadosamente nuestro estado mental. Si bien es cierto que la ira trae más energía, si exploramos la naturaleza de esta energía, se descubre que es ciega: no podemos estar seguros de si su resultado será positivo o negativo. Esto se debe a que la ira eclipsa la mejor parte de nuestro cerebro: su racionalidad. Así que la energía de la ira es casi siempre poco fiable. Puede causar una inmensa cantidad de comportamiento destructivo, lamentable. Por otra parte, si aumenta la ira hasta el extremo, uno se vuelve como un loco, que actúan en formas que son tan perjudiciales para uno mismo como para los demás.
Es posible, sin embargo, desarrollar una energía igual de contundente, pero mucho más controlada con la cual manejar situaciones difíciles.
Esta energía controlada proviene no sólo de una actitud compasiva, sino también de la razón y la paciencia. Estos son los antídotos más poderosos para la ira. Desafortunadamente, muchas personas juzgan mal estas cualidades y las ven como signos de debilidad. Creo que lo opuesto es verdadero: que éstos son los verdaderos signos de fortaleza interior. La compasión es por naturaleza suave, apacible y flexible pero muy poderosa. Son los que pierden fácilmente la paciencia los que se sienten inseguros e inestables. Por lo tanto, para mí, el surgimiento de la ira es una señal directa de debilidad.
Así que en cuanto surja un problema, trata de ser humilde y mantén una actitud sincera y preocúpate de que el resultado sea justo. Por supuesto, otros pueden tratar de aprovecharse de tí, y si el permanecer desapegado sólo alienta la agresión injusta, adopta una posición firme. Esto, sin embargo, se debe hacer con compasión y si es necesario expresar tus puntos de vista y tomar fuertes medidas, hazlo sin ira o mala intención.
Debes darte cuenta que a pesar de que tus oponentes parecen estar haciéndote daño, al final, su actividad destructiva los daña a sí mismos. Con el fin de revisar tus impulsos egoístas de tomar represalias, debes recordar tu deseo de practicar la compasión y asumir la responsabilidad de ayudar a evitar que la otra persona sufra las consecuencias de sus actos.
Por lo tanto, debido a las medidas que utilizas tienen que ser elegidas con calma, éstas serán más eficaces, más precisas y contundentes. La represalia basada en la energía ciega de la ira, rara vez da en el blanco.
AMIGOS Y ENEMIGOS
Debo recalcar una vez más que sólo pensar en que la compasión, la razón y la paciencia son buenas, no será suficiente para desarrollarlas. Debemos esperar a que las dificultades surjan y luego tratar de ponerlas en práctica.
¿Y quién crea esas oportunidades? No nuestros amigos, por supuesto, sino nuestros enemigos. Ellos son los que nos dan más problemas. Así que si realmente queremos aprender, debemos considerar a nuestros enemigos como nuestros mejores maestros.
Para una persona que valora la compasión y el amor, la práctica de la tolerancia es esencial, y para lo cual el enemigo es indispensable. Así que debemos sentirnos agradecidos con nuestros enemigos, porque son ellos los que mejor nos puede ayudar a desarrollar una mente tranquila. Además, a menudo es el caso tanto en la vida personal y pública que con un cambio de circunstancias, los enemigos se convierten en amigos.
Así que la ira y el odio siempre son dañinos, y a menos que entrenemos nuestras mentes y trabajemos para reducir su fuerza negativa, éstas nos seguirán perturbando y alterando nuestros intentos de desarrollar una mente calmada. La ira y el odio son nuestros verdaderos enemigos. Estas son las fuerzas que más necesitamos enfrentar y derrotar, no los enemigos temporales que aparecen de forma intermitente durante toda la vida.
Por supuesto, es natural y correcto que todos querramos tener amigos. A menudo bromeo que si realmente quieres ser egoísta, deberías ser muy altruista. Tienes que cuidar bien a los demás, preocuparte por su bienestar, ayudarlos, servirles, hacer más amigos, crear más sonrisas. ¿El resultado? Cuando necesites ayuda, encontrarás muchos ayudantes. Si, por otro lado, descuidas la felicidad de los demás, en el largo plazo, serás el perdedor. ¿Y será que la amistad es producida a través de las querellas y la ira, los celos y la intensa competitividad? No lo creo así. Sólo el afecto nos trae amigos cercanos genuinos.
En la sociedad materialista de hoy, si tienes dinero y poder, pareces tener muchos amigos. Pero no son amigos tuyos, son los amigos de tu dinero y poder. Cuando pierdes tu riqueza e influencia, te resultará muy difícil encontrar a estas personas.
El problema es que cuando las cosas en el mundo van bien para nosotros, nos confiamos que podemos manejarlo nosotros mismos y sentimos que no necesitamos amigos, pero a medida que nuestro estatus y la salud se deterioran, rápidamente nos damos cuenta de lo equivocados que estábamos. Ese es el momento en que nos damos cuenta de quién es realmente útil y quién es completamente inútil. Así que para prepararse para ese momento, el hacer amigos genuinos que nos ayudarán cuando sea necesario, es que nosotros mismos debemos cultivar el altruismo.
Aunque a veces la gente se ríe cuando lo digo, yo siempre quiero más amigos. Me encantan las sonrisas. Debido a esto me ocupo de conocer cómo hacer más amigos y cómo conseguir más sonrisas - en particular, sonrisas genuinas. Porque hay muchos tipos de sonrisa, como la sonrisa sarcástica, artificial o diplomática. Muchas sonrisas no producen sensación de satisfacción, y a veces incluso pueden despertar sospechas o temor, ¿no es así? Sin embargo, una sonrisa sincera que realmente nos dé una sensación de frescura y es, creo, única en los seres humanos. Si estas son las sonrisas que queremos, entonces nosotros mismos debemos crear las razones para que aparezcan.
LA COMPASIÓN Y EL MUNDO
En conclusión, me gustaría brevemente ampliar mis pensamientos más allá del tema de este breve fragmento y ampliar más un punto: la felicidad individual puede contribuir de una manera profunda y eficaz a la mejora general de nuestra comunidad humana.
Debido a que todos compartimos una misma necesidad de amor, es posible que sintamos que alguien que nos encontremos, en cualquier circunstancia, es un hermano o hermana. No importa que tan nueva sea la cara o lo diferente del vestido y el comportamiento, no hay una división significativa entre nosotros y otras personas. Es absurdo insistir en las diferencias externas, ya que nuestra naturaleza básica es la misma.
En última instancia, la humanidad es una y este pequeño planeta es nuestro único hogar. Si vamos a proteger a este hogar nuestro, cada uno de nosotros necesita experimentar una sensación intensa de altruismo universal. Es sólo este sentimiento que puede quitar los motivos auto-centrados que hacen que las personas se engañen y se utilicen unas a otras.
Si tienes un corazón sincero y abierto, naturalmente tendrás buena autoestima y confianza, y no tienes por qué sentir miedo de los demás.
Creo que en todos los niveles de la sociedad - familiar, tribal, nacional e internacional - la clave para un mundo más feliz y más exitoso es el incremento de la compasión. No necesitamos ser religiosos, ni tenemos necesidad de creer en una ideología. Todo lo que se necesita es que cada uno de nosotros desarrollemos nuestras buenas cualidades humanas.
Yo intento tratar como un viejo amigo a todo aquel con que me encuentre. Esto me da una sensación genuina de felicidad. Esta es la práctica de la compasión.
Debemos tener claro lo que queremos decir por compasión. Muchas formas de sentimiento compasivo se mezclan con el deseo y el apego. Por ejemplo, el amor que los padres sienten por su hijo está a menudo fuertemente asociado con sus propias necesidades emocionales, por lo que no es del todo compasivo. Una vez más, en el matrimonio, el amor entre marido y mujer - sobre todo al principio, cuando cada uno aún no conoce muy bien el verdadero carácter del otro - depende más del apego que del amor verdadero. Nuestro deseo puede ser tan fuerte, que la persona a la que estamos apegados parece ser buena, cuando en realidad él o ella es muy negativo/a. Además, tenemos una tendencia a exagerar las pequeñas cualidades positivas. Así, cuando la actitud de la pareja cambia, el otro se siente a menudo decepcionado y él o ella también cambia de actitud. Esta es una indicación de que el amor ha sido motivado más por una necesidad personal, que por el cuidado genuino de la otra persona.
La verdadera compasión no es sólo una respuesta emocional, sino un firme compromiso fundamentado en la razón. Por lo tanto, una actitud verdaderamente compasiva hacia los demás no cambia incluso si éstos se comportan negativamente.
Por supuesto que el desarrollo de este tipo de compasión no es nada fácil. Para empezar, consideremos los siguientes hechos:
Ya sea que la gente sea hermosa y agradable, o desagradable y perjudicial; en última instancia, son seres humanos, al igual que uno mismo. Así como uno mismo, ellos también quieren la felicidad y no el sufrimiento. Por otra parte, su derecho a superar el sufrimiento y ser felices es igual que el de uno mismo. Ahora, al reconocer que todos los seres son iguales tanto en su deseo de felicidad y en su derecho a obtenerlo, automáticamente sientes empatía y cercanía por ellos. A través de habituar a tu mente a este sentido de altruismo universal, a desarrollar un sentimiento de responsabilidad hacia los demás: el deseo de ayudarlos activamente a superar sus problemas. Tampoco es este deseo selectivo y se aplica por igual a todos. Mientras que ellos son seres humanos que experimentan placer y dolor igual que tú, no hay ninguna base lógica para discriminar entre ellos o para alterar tu preocupación por ellos si se comportan negativamente.
Quisiera enfatizar que está a tu alcance, con paciencia y tiempo, el desarrollar este tipo de compasión. Por supuesto, nuestro egoísmo, nuestro apego característico al sentimiento de ser una persona independiente, auto-existente, trabaja fundamentalmente para inhibir nuestra compasión. De hecho, la verdadera compasión sólo puede experimentarse cuando este tipo de aferramiento propio es eliminado. Pero esto no significa que no podamos comenzar y avanzar ahora.
UN COMIENZO
Debemos empezar por la eliminación de los mayores obstáculos a la compasión: la ira y el odio. Como todos sabemos, estas son emociones muy poderosas y pueden inundar toda nuestra mente. Sin embargo, pueden ser controladas. Sin embargo, si no es así, estas emociones negativas nos invaden - sin ningún esfuerzo adicional de su parte - e impiden nuestra búsqueda de la felicidad de una mente amorosa.
Así que para empezar, es útil investigar si la ira tiene valor o no. A veces, cuando estamos desanimados por una situación difícil, la ira aparenta ser útil, trayendo con ella más energía, confianza y determinación.
Aquí, sin embargo, debemos examinar cuidadosamente nuestro estado mental. Si bien es cierto que la ira trae más energía, si exploramos la naturaleza de esta energía, se descubre que es ciega: no podemos estar seguros de si su resultado será positivo o negativo. Esto se debe a que la ira eclipsa la mejor parte de nuestro cerebro: su racionalidad. Así que la energía de la ira es casi siempre poco fiable. Puede causar una inmensa cantidad de comportamiento destructivo, lamentable. Por otra parte, si aumenta la ira hasta el extremo, uno se vuelve como un loco, que actúan en formas que son tan perjudiciales para uno mismo como para los demás.
Es posible, sin embargo, desarrollar una energía igual de contundente, pero mucho más controlada con la cual manejar situaciones difíciles.
Esta energía controlada proviene no sólo de una actitud compasiva, sino también de la razón y la paciencia. Estos son los antídotos más poderosos para la ira. Desafortunadamente, muchas personas juzgan mal estas cualidades y las ven como signos de debilidad. Creo que lo opuesto es verdadero: que éstos son los verdaderos signos de fortaleza interior. La compasión es por naturaleza suave, apacible y flexible pero muy poderosa. Son los que pierden fácilmente la paciencia los que se sienten inseguros e inestables. Por lo tanto, para mí, el surgimiento de la ira es una señal directa de debilidad.
Así que en cuanto surja un problema, trata de ser humilde y mantén una actitud sincera y preocúpate de que el resultado sea justo. Por supuesto, otros pueden tratar de aprovecharse de tí, y si el permanecer desapegado sólo alienta la agresión injusta, adopta una posición firme. Esto, sin embargo, se debe hacer con compasión y si es necesario expresar tus puntos de vista y tomar fuertes medidas, hazlo sin ira o mala intención.
Debes darte cuenta que a pesar de que tus oponentes parecen estar haciéndote daño, al final, su actividad destructiva los daña a sí mismos. Con el fin de revisar tus impulsos egoístas de tomar represalias, debes recordar tu deseo de practicar la compasión y asumir la responsabilidad de ayudar a evitar que la otra persona sufra las consecuencias de sus actos.
Por lo tanto, debido a las medidas que utilizas tienen que ser elegidas con calma, éstas serán más eficaces, más precisas y contundentes. La represalia basada en la energía ciega de la ira, rara vez da en el blanco.
AMIGOS Y ENEMIGOS
Debo recalcar una vez más que sólo pensar en que la compasión, la razón y la paciencia son buenas, no será suficiente para desarrollarlas. Debemos esperar a que las dificultades surjan y luego tratar de ponerlas en práctica.
¿Y quién crea esas oportunidades? No nuestros amigos, por supuesto, sino nuestros enemigos. Ellos son los que nos dan más problemas. Así que si realmente queremos aprender, debemos considerar a nuestros enemigos como nuestros mejores maestros.
Para una persona que valora la compasión y el amor, la práctica de la tolerancia es esencial, y para lo cual el enemigo es indispensable. Así que debemos sentirnos agradecidos con nuestros enemigos, porque son ellos los que mejor nos puede ayudar a desarrollar una mente tranquila. Además, a menudo es el caso tanto en la vida personal y pública que con un cambio de circunstancias, los enemigos se convierten en amigos.
Así que la ira y el odio siempre son dañinos, y a menos que entrenemos nuestras mentes y trabajemos para reducir su fuerza negativa, éstas nos seguirán perturbando y alterando nuestros intentos de desarrollar una mente calmada. La ira y el odio son nuestros verdaderos enemigos. Estas son las fuerzas que más necesitamos enfrentar y derrotar, no los enemigos temporales que aparecen de forma intermitente durante toda la vida.
Por supuesto, es natural y correcto que todos querramos tener amigos. A menudo bromeo que si realmente quieres ser egoísta, deberías ser muy altruista. Tienes que cuidar bien a los demás, preocuparte por su bienestar, ayudarlos, servirles, hacer más amigos, crear más sonrisas. ¿El resultado? Cuando necesites ayuda, encontrarás muchos ayudantes. Si, por otro lado, descuidas la felicidad de los demás, en el largo plazo, serás el perdedor. ¿Y será que la amistad es producida a través de las querellas y la ira, los celos y la intensa competitividad? No lo creo así. Sólo el afecto nos trae amigos cercanos genuinos.
En la sociedad materialista de hoy, si tienes dinero y poder, pareces tener muchos amigos. Pero no son amigos tuyos, son los amigos de tu dinero y poder. Cuando pierdes tu riqueza e influencia, te resultará muy difícil encontrar a estas personas.
El problema es que cuando las cosas en el mundo van bien para nosotros, nos confiamos que podemos manejarlo nosotros mismos y sentimos que no necesitamos amigos, pero a medida que nuestro estatus y la salud se deterioran, rápidamente nos damos cuenta de lo equivocados que estábamos. Ese es el momento en que nos damos cuenta de quién es realmente útil y quién es completamente inútil. Así que para prepararse para ese momento, el hacer amigos genuinos que nos ayudarán cuando sea necesario, es que nosotros mismos debemos cultivar el altruismo.
Aunque a veces la gente se ríe cuando lo digo, yo siempre quiero más amigos. Me encantan las sonrisas. Debido a esto me ocupo de conocer cómo hacer más amigos y cómo conseguir más sonrisas - en particular, sonrisas genuinas. Porque hay muchos tipos de sonrisa, como la sonrisa sarcástica, artificial o diplomática. Muchas sonrisas no producen sensación de satisfacción, y a veces incluso pueden despertar sospechas o temor, ¿no es así? Sin embargo, una sonrisa sincera que realmente nos dé una sensación de frescura y es, creo, única en los seres humanos. Si estas son las sonrisas que queremos, entonces nosotros mismos debemos crear las razones para que aparezcan.
LA COMPASIÓN Y EL MUNDO
En conclusión, me gustaría brevemente ampliar mis pensamientos más allá del tema de este breve fragmento y ampliar más un punto: la felicidad individual puede contribuir de una manera profunda y eficaz a la mejora general de nuestra comunidad humana.
Debido a que todos compartimos una misma necesidad de amor, es posible que sintamos que alguien que nos encontremos, en cualquier circunstancia, es un hermano o hermana. No importa que tan nueva sea la cara o lo diferente del vestido y el comportamiento, no hay una división significativa entre nosotros y otras personas. Es absurdo insistir en las diferencias externas, ya que nuestra naturaleza básica es la misma.
En última instancia, la humanidad es una y este pequeño planeta es nuestro único hogar. Si vamos a proteger a este hogar nuestro, cada uno de nosotros necesita experimentar una sensación intensa de altruismo universal. Es sólo este sentimiento que puede quitar los motivos auto-centrados que hacen que las personas se engañen y se utilicen unas a otras.
Si tienes un corazón sincero y abierto, naturalmente tendrás buena autoestima y confianza, y no tienes por qué sentir miedo de los demás.
Creo que en todos los niveles de la sociedad - familiar, tribal, nacional e internacional - la clave para un mundo más feliz y más exitoso es el incremento de la compasión. No necesitamos ser religiosos, ni tenemos necesidad de creer en una ideología. Todo lo que se necesita es que cada uno de nosotros desarrollemos nuestras buenas cualidades humanas.
Yo intento tratar como un viejo amigo a todo aquel con que me encuentre. Esto me da una sensación genuina de felicidad. Esta es la práctica de la compasión.
Traducido al español por Lorena Wong.
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